jueves, 15 de septiembre de 2016

CAMINO DE SANTIAGO EN BICI DÍA 1

14 . SEPTIEMBRE . 2003. Domingo.



CANFRANC ESTACIÓN.  Despedida a las 12:00 y a pedalear. Llego a JACA a las 13:00.

JACA.   Llego a la Iglesia de Santiago, que está cerrada. Abren a las 18:00, según la señora que despacha en la tienda de golosinas. Paseo por JACA, por el casco antiguo. Veo la Catedral, con santos de piedra en su pórtico. En la Ciudadela, un hombre me explica que la construyó Felipe II en el antiguo barrio árabe. Pertenece al ejército. Por fuera es muy bonita pero no dejan entrar, solo visitas de grupos concertados.
Saliendo de Canfranc a la aventura
     En la tienda de alimentación de la calle Mayor venden espárragos “Cojonudos”, esto me hace gracia. Compro salchichón, patatas fritas, pan y manzanas. Otro paseíto y como a las 14:00.
     Desde las 14:30 hasta las 16:30 lo paso leyendo “El camino del corazón”, de Sánchez Dragó, a la sombra de una arboleda.
     A las 16:30 vuelvo a la Iglesia de Santiago, donde sigo leyendo hasta que abren, cuarenta y cinco minutos después.
     A los quince minutos aparece un cura joven, atractivo, amabilísimo, que me proporciona la “credencial” y me asesora sobre la primera etapa. El hombre alucina cuando le cuento que calculo pernoctar en ARTIEDA. Me despido y me desea buen viaje.
     Salgo de JACA. El tiempo es buenísimo. Son casi las seis. La carretera es muy buena. Llego al desvío de “San Juan de la Peña” y “Santa Cruz de la Serós”. Decido visitar el monasterio de San Juan de la Peña, e inicio la penosa subida. Pero cuando llevo un rato subiendo con gran esfuerzo por la carretera me encuentro un grupo de seis o siete peregrinos que me avisan: el monasterio cierra a las siete. Son las seis y cuarto. Les digo que lo voy a intentar y se deshacen en elogios y palabras de ánimo. Llego al pueblo a las seis y media y compruebo que el camino al monasterio es una cuesta de las del tipo pared, así que desisto de mi idea. Ahora comprendo al grupo de peregrinos que se habían sorprendido tanto de que fuera a intentarlo. Me doy la vuelta y bajo hasta la general todo cuesta abajo. Gozada total. Sigo mi camino. El sol está ya bajo. Por un momento, la carretera se desvía del camino. Paso Santa Cilia, Berdún y un desvío a Martes. Después la carretera es larga, con algunas cuestas arriba y buenos trozos de cuesta abajo y llanos. En el último momento un poco desesperado porque no se ve ningún pueblo ni ninguna referencia a Santiago de Compostela. Hace mucho que no veo las señales de la D.G.T. con el anagrama de la concha de peregrinos.
Bajando a toda caña de San Juan de la Peña
     Por fin, agotado de pedalear a toda castaña, veo la señalización a ARTIEDA y se me abre el cielo. Desde el desvió en la general hay 4 kilómetros de cuesta matadora. Los últimos quinientos metros los hago a pie, oscurecido ya. ARTIEDA está en un alto. Llego jadeando y sudando y enseguida veo el cartel de madera del albergue. Yupi!! A la puerta del albergue veo tres bicicletas aparcadas, que claramente perteneces a tres peregrinos como yo. Aparco mi bici y entro. Me recibe una chica encantadora y además muy guapa, que me ofrece una habitación muy calentita y me informa de todo. Muy amable. Así que subo, dejo las cosas y bajo a cenar pues por lo que se ve he llegado en el momento idóneo. Hay menestra de verdura, pescado con patatas y yogur. Pan y vino. Conmigo cenan otras cinco peregrinas: dos alemanas, dos brasileñas y una madrileña.

     Después de cenar me ducho, me cambio de ropa y me voy a tomar un café al bar del pueblo en donde unos parroquianos ven el fútbol. El pueblo es precioso, todo ello de piedra. En el bar los parroquianos son como una familia. Ellos mismos entran a la barra y se sirven lo que quieren. Me tomo un café solo y dos botellines. Charlo un rato con el chaval que me cobra, que igual no es ni del negocio, y vuelvo al albergue donde la chica guapa, su novio y su madre ven la tele en el comedor. Charlo un rato con ellos, son muy majos. Me explican itinerarios, excursiones y me ponen al día sobre el tema de YESA, un pueblo cerrado por la construcción de una presa con la que nadie de la zona está a favor. Después subo a la habitación, escribo un rato y ojeo la guía para preparar la ruta del día siguiente. Después llamo por teléfono a J. Por algún motivo que desconozco, la habitación está muuuuy caliente. La habitación arde y yo duermo desnudo sobre el colchón y la ventana abierta, soñando con la hospitalera. ¡YESA NO!
Parada de descanso con Berdún a lo lejos

2 comentarios:

LOS BERNIMANES

 Amigos, vuestras neveras están tristes. Sus pálidas puertas necesitan color, expresión, ideales y algo que os recuerde por lo que merece la...