Llegué a casa mohino
y cansado. De esto hace más de quince años. Empezaba, o iba a empezar , a estudiar en la Facultad de Bellas Artes.
Algo que jamás pensé yo que fuera a ser posible. Cuando todo parecía ir bien,
de pronto algún problema que ahora no
recuerdo se me torcía. Mis sueños tanto tiempo acariciados estaban a punto de
irse por el sumidero. Las cosas se me estaban poniendo cuesta arriba.
Delante de mí obstáculos y dificultades
para poder llegar a mis objetivos, que por otra parte todavía no sabía
muy bien cuales eran.
Hastiado y un
poco triste me tiré en el sofá y encendí la tele. Al cabo de un rato empezaron
a emitir un documental en la 2 que creí interesante.
Diez minutos
después estaba llorando a moco tendido y cuando el documental terminó mi moral
estaba por los cielos, y unas ganas de luchar y de comerme el mundo reventaban
dentro. Lo que acababa de ver había
borrado de un soplo cualquier desánimo, cualquier duda que hubiera albergado.
Barrió de un golpe todo pesimismo, toda cobardía que quisiera apoderarse de mí.
Ahora, de repente, sabía que lo conseguiría. Sabía que lo iba a hacer.
Ese documental
era “King Gimp”, que significa “el
rey de los tarados”, y narra, grabado año tras año, la vida de Dan Keplinger, un chaval que sufrió
parálisis cerebral al nacer debido a una insuficiencia respiratoria.
Aunque nada más venir
al mundo ya fue rechazado por su padre, su madre jamás dejó de atenderlo y
alentarlo para que saliera adelante a pesar de sus grandísimas dificultades. A
los catorce años apenas podía hablar, comer, vestirse solo, caminar o controlar
cualquier músculo de su cuerpo.
Hoy es un
respetado artista que pinta con un pincel atado a su cabeza y se desplaza en
silla de ruedas. Da angustia verlo retorcerse mientras mezcla colores, arrea
brochazos sobre el suelo, las rodillas y codos de su ropa totalmente
destrozados por los zarandeos.
Tres segundos en la vida de Dan Keplinger |
Pero lo más
emocionante no fue ver sus vaivenes, sus
muecas, su paranoica existencia. Tampoco que él mismo escribiera, letra a letra
con su “invento de la cabeza”, el guión del documental. Ni que peleara para emanciparse y vivir solo
en un apartamento como cualquier joven de su edad (arrastrándose por el piso
como una criatura del averno) Lo que más
me emocionó y sorprendió aquel día fue cuando vi sus cuadros. En los ojos de
sus retratos estaba todo: la angustia,
la desazón, las dificultades, la superación, la lucha, la búsqueda de libertad dentro de un cuerpo que no te
obedece.
Yo no sé
escribir. Hay que ver el documental. Pero solo decir que el coraje, la
persistencia y el sacrificio de este tío no te deja indiferente. Y su obra
tampoco. Yo creo que soy otra persona después de verlo. Cuando conocí su historia, me di cuenta de cuan tontamente nos preocupamos por
nuestras pequeñas y absurdas miserias de cada día.
Ayer volví a
verlo (en portugués, después de mucho buscar en el Youtube) y una lagrimilla se
me volvió a escapar. Es muy emocionante.
Cuando escribo
esto son las doce de la noche. He estado con Noé en el parque, cosa que me
encanta, por supuesto. Después he pasado media tarde arreglando una avería de
la bicicleta. Hace un rato apenas he cenado y me he puesto a dibujar unas cosas
que quiero publicar el viernes. Me duele
la espalda de estar encorvado en el ordenador. Dentro de cinco horas va a sonar el despertador y otra vez a currar.
Sin embargo, yo estoy aquí tan contento. Estoy feliz y con ganas de seguir haciendo
cosas.
¿Qué quien me inspira esta fuerza? Pues… ¿quién
va a ser? DAN KEPLINGER ¡!
El fondo de este dibujo son cuadros de Dan Keplinger |
He intentado utilizar el estilo del maestro en este dibujo de Dan |
Ver a ese muchacho vestido de boy scout intentando mantenerse en pie fue muy impactante para mi |
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