martes, 24 de enero de 2017

CAMINO DE SANTIAGO EN BICI: DIA 10

23 . SEPTIEMBRE . 2003 . Martes.

PONFERRADA  .  A las siete “in de mornin” ya han dado las luces y está todo el mundo revuelto, hablando como cotorras, subiendo y bajando cremalleras. No me queda otra que levantarme. Me lavo cansinamente. Espero a M que está terminando de recoger las cosas y salimos del albergue. Entramos en una cafetería a desayunar. Después nos despedimos. En el camino llevamos ritmos diferentes, y mi bici no puede ir por los senderos pedregosos. Un poco desangelado me siento en un banco y escribo. Necesito ir a un baño, así que tengo que buscar otro bar.
     En PONFERRADA, que es grande, hay una cuesta tan empinada que la gente toma un ascensor para subirla.
     Al final, visito los baños de la estación de autobuses. Están hechos una porquería, pero es lo que hay.
Una curiosa construcción al pie del camino
     Después de un rato de turisteo me pongo en marcha. El camino es fácil. Enseguida llego a CACABELOS. Hago fotos a una construcción de piedra y tejado de madera. Parece un antiguo lagar. A partir de aquí comienza una buena subida, seguida de una bajada pronunciada. La gente vendimia. Como a dos o tres kilómetros de Cacabelos, a la derecha, hay un taller muy grande de un escultor con algunas figuras blancas y un chambao con piezas, la mayoría de escayola. Entro al prado aledaño y hago algunas fotos. No están mal las figuras. Comienza a hacer calor y me quito la chaqueta del chándal y las playeras, apenas usadas media hora ¡Otra vez con las chanclas!
Impresionantes figuras en la parcela de un escultor en Cacabelos
     Continúo y enseguida llego a VILLAFRANCA DEL BIERZO. Es un pueblo precioso. En una tienda de bicis compro grasa para la cadena y en la carnicería compro jamón y cecina. Luego busco pan y cerveza y me hago un enorme bocata de cecina que tiene una pinta buenísima.
Una barandilla pintoresca en Villafranca del Bierzo

Clic para agrandar, placa poética en Villafranca del Bierzo

Monumento al peregrino en Villafranca del Bierzo
     Son las doce del mediodía. Repaso las etapas. Por lo visto me espera una buena hasta O´Cebreiro, ¡muchas cuestas!
Una vista de Villafranca del Bierzo
     En VILLAFRANCA deambulo por el mercadillo curioseando entre los puestos. Después busco un supermercado y compro un litro de cerveza fresquito. Me dirijo al parque que hay detrás del mercadillo y me encargo del bocata. Está de muerte. Me tiro un rato en la hierba antes de ponerme en camino de nuevo. Atravieso por pueblitos preciosos: PRADELA, TRABADELO, LA PORTELA. Hay cuestas, pero subibles. Cruzo AMBASMESTAS y VEGA DE VALCARCE. La carretera comienza a empinarse.
Monumento a los peregrinos en La Portela ¡Ya va quedando menos!
     Al rato comienza una gran subida que es espectacular. Tengo que bajarme de la bicicleta. Mientras camino con la bici de la mano charlo un rato con una chica que va a pie.  Tiene gafas y cara de maestra y habla con gusto del goce del camino. Después de unos minutos se desvía por una senda y yo continúo por la carretera. Más y más subida. Y yo sudando por todos los poros del cuerpo. Apenas pasa ningún coche. Ya no me queda más ropa que quitarme y eso que luce un sol bastante flojo.
Llegada a O´Cebreiro, pueblecito todo de piedra

Un mapa de los diversos Caminos de Europa

Vistas de las carreteras del Bierzo
     Por fin, al cabo de hora y media de penosa ascensión, llego a O`CEBRERIRO. Por el espectáculo merece la pena la subida. El pueblito es todo de piedra. Paseo por él, charlo con un ciclista japones de al menos setenta años, compro unas postales en una tienda de artesanía y busco el albergue. Sello la papela. La chica del albergue se extraña de que sea ciclista si voy en chancletas. Le cuento que yo viajo siempre así, en plan hippie.
     Continúo ladera abajo, aunque las cuestas arriba aún no se iban a terminar. Hay varias bajadas y después algunas subidas. Llego hasta el alto de San Roque, de 1270 metros, en donde paro. Antes he saludado a dos peregrinas, que llegan ahora andando hasta los pies del monumento. Charlo con ellas. Nos hacemos unas fotos. Me cuentan que han empezado ese mismo día y que después de quince kilómetros están desechas. ¡Já!
Llegada al alto de San Roque, donde se encuentra otro monumento al Peregrino del Camino
La figura del peregrino antiguo en el alto de San Roque es enorme
Una foto al pie de la figura enorme del Peregrino
     Se despiden muy simpáticas y yo me hago un bocata. Llegan nuevos peregrinos, charlo un rato y después me pongo en camino. Bajo algunas cuestas y luego empieza una ascensión hasta el Alto de Poio. Entonces meto la pata bien metida. Por intentar atajar la subida, entro por una carretera señalizada con flecha amarilla. Al principio es asfalto, una carreteruca estrecha, pero después se hace camino hasta ser intransitable para la bici. No consigo subir por las cuestas llenas de piedras. Entonces me doy la vuelta y me meto por otra carreterilla de poblacho. A simple vista diríase que se dirige al mismo sitio que la nacional. Por esta carreterilla bajo y bajo y bajo unas cuestas pinadísimas e interminables. Voy cagadísimo pensando: como me haya equivocado verás luego para subir todo esto…
Empiezo a bajar la cuesta más empinada que he visto en mi vida
      Y efectivamente, me había equivocado.
     Cuando llevo unos cinco kilómetros de super bajada, me cruzo con un hombre en coche que me advierte que a Santiago voy muy mal por allí. Lo que me temía. Así que me doy la vuelta y me pongo a subir a pie, empujando la bicicleta por una cuesta que es como una pared.
Este amigo estaba casi al final de la cuesta que bajé, y me miraba como diciendo: "Pero mira que eres burro, Berna..."
     La vuelta es penosísima. Tardo unas dos horas en subir lo que había tardado en bajar cinco minutos. Por el camino me encuentro con un labriego la mar de gracioso que habla en gallego. Es muy majo. Es de la Galicia profunda. Me explica en su jerga todo el recorrido. Después de diez minutos de charla me pregunta que de donde soy. Cuando le digo que soy de Madrid me dice muy sorprendido que creía que era extranjero. Por el habla, me aclara. Seguro que lleva toda su vida hablando únicamente en gallego con sus convecinos y sin salir de esos oscuros valles.
Por fin llego totalmente matao al alto de Poio y sudando como un pollo

     Me despido y continúo subiendo y al fin llego al Alto de Poio, tras el cual comienzo a bajar. Y aunque mi intención es ir a TRIACASTELA, me paso el desvío y no llego nunca. Y cuando por fin pregunto, cansado de subir y bajar como una noria, me dicen unos parroquianos que me he pasado, que estoy en SAMOS. Me aconsejan seguir hasta SARRIA. Como estoy cansadísimo de subir y bajar, les hago caso y vuelven de nuevo las cuestas arriba y abajo durante al menos media hora más. Tras unos doce kilómetros o así llego por fin a SARRIA. Tardo un buen rato en encontrar el albergue. En el primero no hay cama libre. Me mandan entonces a uno privado, que cuesta seis euros, y allá que voy. El sitio no está mal y la hospitalera es maja.
Paisajes del Bierzo, es difícil seleccionar solo una imagen
     Me ducho y me pongo a buscar donde cenar. Después de andar un mogollón por el pueblo sin encontrar nada, vuelvo al bar que hay al pie del albergue y allí tomo un caldo gallego riquísimo y unos huevos fritos con jamón y patatas. Una cena opípara por seis euros. Satisfecho salgo de este bar y me meto a otro que hay al lado. Me tomo tres cervezas mientras leo “El Jueves” que tienen por allí. Luego compro una lata y me meto al albergue. Me quedo leyendo con mi latita. La hospitalera me explica cómo se apaga, y yo me quedo tan feliz hasta las doce. Después me acuesto y me duerno enseguida.
      Al cabo de unas horas me tengo que levantar, obviamente, a mear toda la cerveza.


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