23 . SEPTIEMBRE . 2003 . Martes.
PONFERRADA . A
las siete “in de mornin” ya han dado las luces y está todo el mundo revuelto,
hablando como cotorras, subiendo y bajando cremalleras. No me queda otra que
levantarme. Me lavo cansinamente. Espero a M que está terminando de recoger las
cosas y salimos del albergue. Entramos en una cafetería a desayunar. Después
nos despedimos. En el camino llevamos ritmos diferentes, y mi bici no puede ir
por los senderos pedregosos. Un poco desangelado me siento en un banco y
escribo. Necesito ir a un baño, así que tengo que buscar otro bar.
En PONFERRADA, que es grande, hay una
cuesta tan empinada que la gente toma un ascensor para subirla.
Al final, visito los baños de la estación
de autobuses. Están hechos una porquería, pero es lo que hay.
Una curiosa construcción al pie del camino |
Después de un rato de turisteo me pongo en
marcha. El camino es fácil. Enseguida llego a CACABELOS. Hago fotos a una construcción
de piedra y tejado de madera. Parece un antiguo lagar. A partir de aquí
comienza una buena subida, seguida de una bajada pronunciada. La gente
vendimia. Como a dos o tres kilómetros de Cacabelos, a la derecha, hay un
taller muy grande de un escultor con algunas figuras blancas y un chambao con
piezas, la mayoría de escayola. Entro al prado aledaño y hago algunas fotos. No
están mal las figuras. Comienza a hacer calor y me quito la chaqueta del
chándal y las playeras, apenas usadas media hora ¡Otra vez con las chanclas!
Impresionantes figuras en la parcela de un escultor en Cacabelos |
Continúo y enseguida llego a VILLAFRANCA
DEL BIERZO. Es un pueblo precioso. En una tienda de bicis compro grasa para la
cadena y en la carnicería compro jamón y cecina. Luego busco pan y cerveza y me
hago un enorme bocata de cecina que tiene una pinta buenísima.
Una barandilla pintoresca en Villafranca del Bierzo |
Clic para agrandar, placa poética en Villafranca del Bierzo |
Monumento al peregrino en Villafranca del Bierzo |
Son las doce del mediodía. Repaso las
etapas. Por lo visto me espera una buena hasta O´Cebreiro, ¡muchas cuestas!
Una vista de Villafranca del Bierzo |
En VILLAFRANCA deambulo por el mercadillo
curioseando entre los puestos. Después busco un supermercado y compro un litro
de cerveza fresquito. Me dirijo al parque que hay detrás del mercadillo y me encargo
del bocata. Está de muerte. Me tiro un rato en la hierba antes de ponerme en
camino de nuevo. Atravieso por pueblitos preciosos: PRADELA, TRABADELO, LA
PORTELA. Hay cuestas, pero subibles. Cruzo AMBASMESTAS y VEGA DE VALCARCE. La
carretera comienza a empinarse.
Monumento a los peregrinos en La Portela ¡Ya va quedando menos! |
Al rato comienza una gran subida que es
espectacular. Tengo que bajarme de la bicicleta. Mientras camino con la bici de
la mano charlo un rato con una chica que va a pie. Tiene gafas y cara de maestra y habla con
gusto del goce del camino. Después de unos minutos se desvía por una senda y yo
continúo por la carretera. Más y más subida. Y yo sudando por todos los poros
del cuerpo. Apenas pasa ningún coche. Ya no me queda más ropa que quitarme y
eso que luce un sol bastante flojo.
Llegada a O´Cebreiro, pueblecito todo de piedra |
Un mapa de los diversos Caminos de Europa |
Vistas de las carreteras del Bierzo |
Por fin, al cabo de hora y media de penosa
ascensión, llego a O`CEBRERIRO. Por el espectáculo merece la pena la subida. El
pueblito es todo de piedra. Paseo por él, charlo con un ciclista japones de al
menos setenta años, compro unas postales en una tienda de artesanía y busco el
albergue. Sello la papela. La chica del albergue se extraña de que sea ciclista
si voy en chancletas. Le cuento que yo viajo siempre así, en plan hippie.
Continúo ladera abajo, aunque las cuestas
arriba aún no se iban a terminar. Hay varias bajadas y después algunas subidas.
Llego hasta el alto de San Roque, de 1270 metros , en donde
paro. Antes he saludado a dos peregrinas, que llegan ahora andando hasta los
pies del monumento. Charlo con ellas. Nos hacemos unas fotos. Me cuentan que
han empezado ese mismo día y que después de quince kilómetros están desechas.
¡Já!
Llegada al alto de San Roque, donde se encuentra otro monumento al Peregrino del Camino |
La figura del peregrino antiguo en el alto de San Roque es enorme |
Una foto al pie de la figura enorme del Peregrino |
Se despiden muy simpáticas y yo me hago un
bocata. Llegan nuevos peregrinos, charlo un rato y después me pongo en camino.
Bajo algunas cuestas y luego empieza una ascensión hasta el Alto de Poio.
Entonces meto la pata bien metida. Por intentar atajar la subida, entro por una
carretera señalizada con flecha amarilla. Al principio es asfalto, una
carreteruca estrecha, pero después se hace camino hasta ser intransitable para
la bici. No consigo subir por las cuestas llenas de piedras. Entonces me doy la
vuelta y me meto por otra carreterilla de poblacho. A simple vista diríase que
se dirige al mismo sitio que la nacional. Por esta carreterilla bajo y bajo y
bajo unas cuestas pinadísimas e interminables. Voy cagadísimo pensando: como me
haya equivocado verás luego para subir todo esto…
Empiezo a bajar la cuesta más empinada que he visto en mi vida |
Y efectivamente, me había equivocado.
Cuando llevo unos cinco kilómetros de super
bajada, me cruzo con un hombre en coche que me advierte que a Santiago voy muy
mal por allí. Lo que me temía. Así que me doy la vuelta y me pongo a subir a
pie, empujando la bicicleta por una cuesta que es como una pared.
Este amigo estaba casi al final de la cuesta que bajé, y me miraba como diciendo: "Pero mira que eres burro, Berna..." |
La vuelta es penosísima. Tardo unas dos
horas en subir lo que había tardado en bajar cinco minutos. Por el camino me
encuentro con un labriego la mar de gracioso que habla en gallego. Es muy majo.
Es de la Galicia
profunda. Me explica en su jerga todo el recorrido. Después de diez minutos de
charla me pregunta que de donde soy. Cuando le digo que soy de Madrid me dice
muy sorprendido que creía que era extranjero. Por el habla, me aclara. Seguro
que lleva toda su vida hablando únicamente en gallego con sus convecinos y sin
salir de esos oscuros valles.
Por fin llego totalmente matao al alto de Poio y sudando como un pollo |
Me despido y continúo subiendo y al fin
llego al Alto de Poio, tras el cual comienzo a bajar. Y aunque mi intención es
ir a TRIACASTELA, me paso el desvío y no llego nunca. Y cuando por fin
pregunto, cansado de subir y bajar como una noria, me dicen unos parroquianos
que me he pasado, que estoy en SAMOS. Me aconsejan seguir hasta SARRIA. Como
estoy cansadísimo de subir y bajar, les hago caso y vuelven de nuevo las
cuestas arriba y abajo durante al menos media hora más. Tras unos doce
kilómetros o así llego por fin a SARRIA. Tardo un buen rato en encontrar el
albergue. En el primero no hay cama libre. Me mandan entonces a uno privado,
que cuesta seis euros, y allá que voy. El sitio no está mal y la hospitalera es
maja.
Paisajes del Bierzo, es difícil seleccionar solo una imagen |
Me ducho y me pongo a buscar donde cenar.
Después de andar un mogollón por el pueblo sin encontrar nada, vuelvo al bar
que hay al pie del albergue y allí tomo un caldo gallego riquísimo y unos
huevos fritos con jamón y patatas. Una cena opípara por seis euros. Satisfecho
salgo de este bar y me meto a otro que hay al lado. Me tomo tres cervezas mientras
leo “El Jueves” que tienen por allí. Luego compro una lata y me meto al
albergue. Me quedo leyendo con mi latita. La hospitalera me explica cómo se
apaga, y yo me quedo tan feliz hasta las doce. Después me acuesto y me duerno
enseguida.
Al cabo de unas horas me tengo que levantar, obviamente, a mear toda
la cerveza.
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