21 . SEPTIEMBRE . 2003 . Domingo.
VILLALCAZAR DE SIRGA . Me
levanto sobre las ocho. Desayuno en el bar. Lo regenta un tío mustio que
escucha la misa en la radio. Me pongo en marcha decidido a hacer muchos
kilómetros. Anímicamente no me encuentro bien, desearía terminar el viaje
cuanto antes.
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No es por ser negativo pero la Iglesia de Villalcazar de Sirga está torcida, que cualquier día se cae |
En TERRADILLOS DE LOS TEMPLARIOS paro
para hacerme un bocadillo y escribo un rato. Chorizo cular regado con agua,
pues no encuentro en el pueblo un mísero comercio donde comprar una birra. El
día está soleado, pero la temperatura es buena. Cabalgo a toda máquina,
furioso. Llego a SAHAGUN. Es un lugar precioso a donde me gustaría volver algún
día en buena compañía. A la puerta del albergue hay una figura muy chula de un
peregrino, y un italiano me hace una foto para después yo hacérsela a él.
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Construcción pintoresca en Sahagún |
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Este personaje está a la puerta del albergue de Sahagún |
Continúo mi viaje por el camino, y hay un momento en que carretera y camino se
unen. Entonces la carretera es una delicia porque no circula un solo coche por
ella, y es llana y recta. Al cabo de un rato se hace monótono. Paso EL BURGO
RANERO, donde pregunto a una mujer. No tengo nada claro que dirección he de
tomar. Paso RELIEGOS. Estos pueblos parecen míseros, las casas están hechas de
adobe y paja. Es sorprendente, y por un momento pienso que podría construirme
un chalet amasando barro. Por fin llego a MANSILLA DE LAS MULAS y entro a comer
a Casa Marcelo. Viene en la guía. El bajón se hace más patente cuando te bajas
de la bicicleta. Sentado a los pies del monumento a los peregrinos me dan ganas de echarme a llorar.
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A la altura del Burgo Ranero |
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Triste y mohino en monumento a los peregrinos de Mansilla de las Mulas |
Paella y boquerones rebozados. Muy ricos,
pero yo tengo muy poco apetito. Tomo café. La bicicleta está afuera, atada a sí
misma. Después de comer busco el albergue, con la intención de sellar la
credencial, pero los hospitaleros no están y han dejado un cartel diciendo que
vuelven a las cinco. Miro el reloj y son las cuatro. De modo que me pongo a
pedalear de nuevo y así, pedaleando con saña, paso VILLAMOROS, PUENTE DE
VILLARENTE, ARCAHUEJA y VALDELAFUENTE, y llego a LEON, que es como llegar a
Madrid. Polígonos industriales, barriadas urbanizadas, coches y edificios Doy
vueltas por la ciudad, consultando el mapa.
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Refrescando el gaznate a la entrada a León |
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Palacio de Gaudí |
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El bueno de Gaudí leyendo en un banco frente a su palacete |
A la media hora encuentro el
albergue. Sello y quince minutos después encuentro la catedral, que miro y
remiro por fuera. Después entro a visitarla.
Abandonar LEON resulta igualmente penoso,
primero buscando la salida, después atravesando polígonos y carreteras donde
los coches circulan a velocidades inquietantes. Paso la Virgen del Camino, que es
como un barrio de LEON. El entorno me recuerda mucho al extrarradio de Madrid.
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Estos relieves me llamaron mucho la atención en la Catedral de León |
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Un dibujito que he hecho para intentar verlo mejor |
Como tengo que elegir, elijo la dirección
que marcan las flechas amarillas. La guía da otro camino. Hacia VILLADANGOS DEL
PÁRAMO. Cae el sol y temo por la falta de tiempo. Paro en SAN MIGUEL DEL
CAMINO, donde como la media tableta que queda de chocolate y un cacho de
bizcocho comprado en Fromista. Después continúo y llego por fin a VILLADANGOS
DEL PÁRAMO. El sol está muy bajo ya. Entro al albergue y ¡bien!: hay camas,
muchas camas y teléfono, ducha, cocina, aparcamiento para bicis, de todo.
Me instalo y me doy una ducha. Del grifo
del agua caliente sale agua fría y del grifo del agua fría sale agua más fría
aún, así que me lavo a estilo gato. Después cojo mi novelita y me pongo a
leer en el vestíbulo. Sobre las dos
llamo a J, que me vuelve a llamar poco antes de las once. Después sigo leyendo
hasta las doce. Me acuerdo de todo lo vivido los últimos días y tardo más o
menos una hora en dormirme.
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