Tenía entonces doce
o trece años.
Al cabo de mucho
tiempo conseguí, a base de colaborar en el negocio familiar, un poco de virutilla.
Algo así como 600 pesetas, no recuerdo muy bien.
Así que un día
cogí todo mi capital y me fui al Rastro, en busca de algo que comprar. Estuve horas mirando puestos, apretando mi
dinero en el bolsillo. Muchos domingos
iba al Rastro, sólo que sin un duro nada más que para el metro. Deambulaba por
los puestos curioseando. Tan interesante me resultaban los mil cachivaches que
se vendían como la propia gente que paseaba entre ellos. Allí veías punkis,
jevis de todo pelaje, elvis tatuados, hippies
mugrosos. Tipos marginales o tías
despampanantes, todo en el mismo revoltijo.
Por fin terminé
en un puesto de discos de segunda mano. En casa ni siquiera teníamos equipo de música, pero había conseguido
arreglar el viejo tocadiscos de maleta de mi padre Estaba ilusionado con la
posibilidad de comprar algún vinilo. La música de actualidad que vendían nueva en
el Discoplay se salía de mi presupuesto. Revolví y revolví entre las gangas. Los discos
baratos eran desconocidos para mí, yo me guiaba por las portadas. Si la portada
era guapa, igual la música estaría bien.
Recuerdo tener en
las manos un disco de Ted Nungent, con una portada muy molona de un dragón
tatuado en un brazo que cobraba vida. También un grupo llamado “Rubicón”, que
en mi vida he vuelto a ver, pero con un demonio súper chulo decorando la
carátula.
Entonces lo vi.
Un disquito pequeño, un “singel”. Me quedé alucinado. En la portada, un tipo
con una guitarra, bermudas de colores, en chancletas, gafas de sol oscuras y…
¡unos pelos que le llegaban hasta el suelo!
El Capitán Cavernícola era lo más parecido que había yo visto |
Estos dos de los Autos Locos deben ser primos |
En la vida había visto nada igual. Yo intentaba ya dejarme el pelo largo como
era moda en mi barrio en aquellos años. Mi hermano mayor lo llevaba, mis amigos
lo llevaban, los malotes más populares del cole llevaban sus “greñitas”. Pronto
comenzarían a fascinarme los mismos melenudos que me gustan ahora: “Asfalto”,
“Topo”, “Leño”, “Barricada” y todo el mogollón de grupos heavys del momento.
¿Pero quién era
ese individuo con semejante pelambrera? ¿Qué clase de música tocaba? Era
extranjero, no entendí lo que ponía. Pero esa imagen, esas pintas, ese rostro
inexpresivo… ¡me habían fascinado!
Solo había un
problema. Era de los que costaban un
poquito más. Yo quería ese disco, y en realidad tenía en el bolsillo dinero
suficiente para comprarlo. Pero ya había apartado un montoncito de vinilos que
tenían buena pinta, y debía elegir. O bien comprar únicamente el disco del
melenudo y quedarme sin una sola peseta, o bien comprar seis u ocho vinilos más
baratos que igualmente parecían interesantes.
Durante varios
minutos, que al abuelete-regente del puesto le debieron parecer siglos, sostuve
en mis manos aquella joyita de la industria discográfica. Sopesando mis
posibilidades. Evaluando las consecuencias de mis actos. Debatiéndome en mis
adentros sobre qué debía hacer. Sí, la portada era rara, pero seguramente la
música no sería muy allá… ¿no? Además, un solo disco… y tan canijo… mejor sería comprar unos cuantos de los
grandes para iniciar una pequeña colección…
Total, que con
todo el dolor de mi corazón volví a poner aquella pieza museística en donde
estaba, y me volví para casa con un montoncito de música desfasada y cutre,
pues tú me dirás que te iban a dar por seiscientas pelas. Bueno, se salvaba
alguno: recuerdo que estaban incluidos en aquella remesa un vinilo de Obús con
una sola canción (Autopista) y liso por el otro lado y también el “Volumen
brutal” de Barón Rojo. Este último tenía
una canción rayada, pero el resto era oro puro y estuve disfrutándolo hasta que
el tocata antediluviano de mi padre peto del todo.
Pero claro, nunca
conseguí sacarme de la memoria la imagen de aquel tipo con aquellos pelos… aquellos pelos que nunca había visto y nunca
jamás volvería a ver en ningún sitio. Si se me hubiera aparecido el mismísimo
Jesucristo por aquel entonces no me hubiera causado tanto impacto. Eran los
tiempos en que no existía internet y el mogollón de imágenes curiosas que
conlleva. Tampoco teníamos revistas especializadas, ni libros, ni nada de nada.
Por supuesto yo no tenía ningún dato, solo retenía en mi memoria la imagen de
aquel tipo. Recuerdo contar esta anécdota a los colegas muchas veces, con la
nostalgia del que sabe que ha visto pasar ante sus ojos algo que ya nunca más
volverá a disfrutar. Incluso hice alguna tentativa de dibujarlo, años después,
con mejor o peor resultado. Pero no, tu mente lo idealiza y cualquier resultado
te parece que no le hace justicia a la realidad.
Aquí un dibujo que hice de memoria en un cuaderno de 2008 |
Pero hete aquí
que hace unos días, estaba visitando este blog muy molón llamado http://vueltaatras.blogspot.com.es/
…en busca de alguna frikada… Mientras visitaba este blog, digo, ¿qué me
encuentro, así de chiripa? ¿Qué es lo
que me hace dar un salto de la silla que casi me caigo al suelo si no es por la
pared? ¿Qué fue lo que impactó en mi retina treinta y tantos años después que
casi me la ciega como al mismísimo Miguel Estrogof?
Pues que va a
ser… ¡UNA FOTO DEL DISCO DE AQUEL MELENÚDO!
¡GRACIAS, GRACIAS, DIOS MÍO! ¡SABÍA QUE NO LO HABÍA SOÑADO!
Pues sí, allí
estaba la fotillo, con su nombre y su reseña, y la posibilidad de empezar a
buscar información y acabar con la incertidumbre y la nostalgia de tres
décadas. Le recé emocionado un breve responso a San Google y otro a San
Youtube, mientras anotaba los datos.
La mítica portada que tuve en mis manos en aquella época |
¿Es o no es impactante la cosa? |
Así que he estado
un par de días investigando. No he encontrado muchas cosas, pero sí las
suficientes para saber que este personaje era un compositor musical
“disfrazado”, francés de los sesenta, cuyo nombre es Jean-Michel Rivat. ¡Y yo
que en mi tierna adolescencia llegué a creer que el pelo de este individuo era
de verdad!
Por lo visto,
todo surgió como una parodia a otro cantante de la época llamado “Antoine”, que
estaba causando furor con sus camisas de flores y su melena (en una época en
que llevar el pelo largo para un chico era motivo de mofas y espantos)
Se prodiga poco en tal Jean-Michel por los Internetes. Aquí lo teneis, un disco de su época y una foto algo actualizada |
Este “Antoine”
consiguió bastante éxito en 1965 con un tema titulado “Los desvaríos de
Antoine” y por su carácter, estilo y nombre de la canción se prestó fácilmente
a la creación de muchos homenajes y parodias.
Por eso el disco que estuve a punto de comprar se titulaba “Los
desvaríos de Edouard”, y el nombre artístico de la criatura era simplemente
“Edouard” Y también por eso aparecía,
igual que Antoine, con una guitarra y una armónica al cuello a lo Bob Dylan
(detalle este que mi memoria no había retenido, así como que el sujeto lucía el
pelo muy largo, pero no barba)
El Antoine, que salao él con su guitarrinchi y su armónica |
Pero si era un pipiolo, y ya le tenían envidia |
Mírale que guapete con ese bigotillo, si es que es adorable |
Según me ha
parecido entender en una página web francesa, el productor de “Antoine”
interpuso una querella por plagio, pero antes de que la justicia echara a andar
ya había sacado el tal Edouard otro disco-caricatura con canciones dedicadas a
una tal Antonieta… muy fuerte lo de este tipo.
Parece que este
Jean-Michel Rivat era compositor de otro cantante famoso llamado Joe Dassin, y
que este sello llamado “Idees Musicales” era cosa de este cantante. También me
ha parecido entender que este Jean-Michel Rivat lo había intentado a su vez en
el mundo de la canción, sin demasiado éxito.
A simple vista parece un caso de envidia cochina, pero yo he de decir
que toda esta historia del tal “Edouard” me parece simplemente genial.
Una foto más o menos actual de Antoine, que bien me cae |
El Edouard llegó hasta la Conchinchina con su broma ¡que fuerte! |
Además, una vez
localizadas las canciones en el Youtube he de decir que… ¡molan mogollón! Tanto
las canciones de Edouard como las de Antoine, suenan de maravilla y con una
marchuqui que no veas. Ambas tienen mucha calidad a mi juicio, y yo creo que lo
que se caricaturizó fue la imagen, pero no la música. Las canciones de Edouard
son también buenísimas (bajo mi inculto punto de vista) Ha sido un descubrimiento saber que hay una
música francesa de los sesenta que está muy bien y que a la mayoría de nosotros
nos es desconocida. ¿Tendrán algo que ver en esto nuestros queridos yanquis y
su “Instituto Tavistoch”?
Aquí mi modesto homenaje a Antoine. ¡Tocando en el metro de Madrid! |
He modificado a mi antojo esta portada de su famoso disco, podéis buscar la imagen original en el Google |
Otra vez el Antoine a las puertas del metro buscándose la vida, ja, ja |
De este modo es
como se ha cerrado el círculo de una historia que ha durado más de treinta
años. No veas que ilusión me ha hecho. ¡Si hubiera comprado aquel disquillo hoy
valdrá un montón! Aún me quedan cosas
por investigar, canciones que buscar y dibujos que hacer, pero la espinita ya
está fuera.
Y aquí el loco de Edouard correteando por la huerta de Liendo, ja, ja, que muchacho! |
Me he permitido la licencia de hacer unos cambios rockeros a su mítica portada |
Este debe ser el segundo disco que sacó... ¡Genio y figura! |
¡Gracias, vecinos artistas franceses!
Y gracias, por supuesto, a la persona que esté
detrás de la maravillosa página: http://vueltaatras.blogspot.com.es/
Todo este asunto de los pelos me ha recordado a Joey Ramone. Otro día le dedicaré su tiempo a él y a su grupo, de momento un dibujillo que tenía por ahí (soy un fan incondicional) |
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