martes, 6 de diciembre de 2016

GRANDES PERSONAJES DE LA HISTORIA (DE LA HISTORIA DE BERNITRONQUI)

EDOUARD Y LA PERSISTENCIA DE LA MEMORIA

     Tenía entonces doce o trece  años.
      Al cabo de mucho tiempo conseguí, a base de colaborar en el negocio familiar, un poco de virutilla. Algo así como 600 pesetas, no recuerdo muy bien.
     Así que un día cogí todo mi capital y me fui al Rastro, en busca de algo que comprar.  Estuve horas mirando puestos, apretando mi dinero en el bolsillo.   Muchos domingos iba al Rastro, sólo que sin un duro nada más que para el metro. Deambulaba por los puestos curioseando. Tan interesante me resultaban los mil cachivaches que se vendían como la propia gente que paseaba entre ellos. Allí veías punkis, jevis de todo pelaje, elvis  tatuados, hippies mugrosos. Tipos marginales  o tías despampanantes, todo en el mismo revoltijo.
     Por fin terminé en un puesto de discos de segunda mano. En casa ni siquiera teníamos  equipo de música, pero había conseguido arreglar el viejo tocadiscos de maleta de mi padre Estaba ilusionado con la posibilidad de comprar algún vinilo. La música de actualidad que vendían nueva en el Discoplay se salía de mi presupuesto.  Revolví y revolví entre las gangas. Los discos baratos eran desconocidos para mí, yo me guiaba por las portadas. Si la portada era guapa, igual la música estaría bien.
     Recuerdo tener en las manos un disco de Ted Nungent, con una portada muy molona de un dragón tatuado en un brazo que cobraba vida. También un grupo llamado “Rubicón”, que en mi vida he vuelto a ver, pero con un demonio súper chulo decorando la carátula.
     Entonces lo vi. Un disquito pequeño, un “singel”. Me quedé alucinado. En la portada, un tipo con una guitarra, bermudas de colores, en chancletas, gafas de sol oscuras y… ¡unos pelos que le llegaban hasta el suelo!
El Capitán Cavernícola era lo más parecido que había yo visto

Estos dos de los Autos Locos deben ser primos 

      En la vida había visto nada igual.  Yo intentaba ya dejarme el pelo largo como era moda en mi barrio en aquellos años. Mi hermano mayor lo llevaba, mis amigos lo llevaban, los malotes más populares del cole llevaban sus “greñitas”. Pronto comenzarían a fascinarme los mismos melenudos que me gustan ahora: “Asfalto”, “Topo”, “Leño”, “Barricada” y todo el mogollón de grupos heavys del momento.
     ¿Pero quién era ese individuo con semejante pelambrera? ¿Qué clase de música tocaba? Era extranjero, no entendí lo que ponía. Pero esa imagen, esas pintas, ese rostro inexpresivo…  ¡me habían fascinado!
     Solo había un problema.   Era de los que costaban un poquito más. Yo quería ese disco, y en realidad tenía en el bolsillo dinero suficiente para comprarlo. Pero ya había apartado un montoncito de vinilos que tenían buena pinta, y debía elegir. O bien comprar únicamente el disco del melenudo y quedarme sin una sola peseta, o bien comprar seis u ocho vinilos más baratos que igualmente parecían interesantes.
     Durante varios minutos, que al abuelete-regente del puesto le debieron parecer siglos, sostuve en mis manos aquella joyita de la industria discográfica. Sopesando mis posibilidades. Evaluando las consecuencias de mis actos. Debatiéndome en mis adentros sobre qué debía hacer. Sí, la portada era rara, pero seguramente la música no sería muy allá… ¿no? Además, un solo disco… y tan canijo…  mejor sería comprar unos cuantos de los grandes para iniciar una pequeña colección…
     Total, que con todo el dolor de mi corazón volví a poner aquella pieza museística en donde estaba, y me volví para casa con un montoncito de música desfasada y cutre, pues tú me dirás que te iban a dar por seiscientas pelas. Bueno, se salvaba alguno: recuerdo que estaban incluidos en aquella remesa un vinilo de Obús con una sola canción (Autopista) y liso por el otro lado y también el “Volumen brutal” de Barón Rojo.  Este último tenía una canción rayada, pero el resto era oro puro y estuve disfrutándolo hasta que el tocata antediluviano de mi padre peto del todo.

     Pero claro, nunca conseguí sacarme de la memoria la imagen de aquel tipo con aquellos pelos…  aquellos pelos que nunca había visto y nunca jamás volvería a ver en ningún sitio. Si se me hubiera aparecido el mismísimo Jesucristo por aquel entonces no me hubiera causado tanto impacto. Eran los tiempos en que no existía internet y el mogollón de imágenes curiosas que conlleva. Tampoco teníamos revistas especializadas, ni libros, ni nada de nada. Por supuesto yo no tenía ningún dato, solo retenía en mi memoria la imagen de aquel tipo. Recuerdo contar esta anécdota a los colegas muchas veces, con la nostalgia del que sabe que ha visto pasar ante sus ojos algo que ya nunca más volverá a disfrutar. Incluso hice alguna tentativa de dibujarlo, años después, con mejor o peor resultado. Pero no, tu mente lo idealiza y cualquier resultado te parece que no le hace justicia a la realidad.
Aquí un dibujo que hice de memoria en un cuaderno de 2008
     Pero hete aquí que hace unos días, estaba visitando este blog muy molón llamado http://vueltaatras.blogspot.com.es/
…en busca de alguna frikada…  Mientras visitaba este blog, digo, ¿qué me encuentro,  así de chiripa? ¿Qué es lo que me hace dar un salto de la silla que casi me caigo al suelo si no es por la pared? ¿Qué fue lo que impactó en mi retina treinta y tantos años después que casi me la ciega como al mismísimo Miguel Estrogof?
     Pues que va a ser… ¡UNA FOTO DEL DISCO DE AQUEL MELENÚDO!  ¡GRACIAS, GRACIAS, DIOS MÍO! ¡SABÍA QUE NO LO HABÍA SOÑADO!
     Pues sí, allí estaba la fotillo, con su nombre y su reseña, y la posibilidad de empezar a buscar información y acabar con la incertidumbre y la nostalgia de tres décadas. Le recé emocionado un breve responso a San Google y otro a San Youtube, mientras anotaba los datos.
La mítica portada que tuve en mis manos en aquella época

¿Es o no es impactante la cosa?
     Así que he estado un par de días investigando. No he encontrado muchas cosas, pero sí las suficientes para saber que este personaje era un compositor musical “disfrazado”, francés de los sesenta, cuyo nombre es Jean-Michel Rivat. ¡Y yo que en mi tierna adolescencia llegué a creer que el pelo de este individuo era de verdad!
     Por lo visto, todo surgió como una parodia a otro cantante de la época llamado “Antoine”, que estaba causando furor con sus camisas de flores y su melena (en una época en que llevar el pelo largo para un chico era motivo de mofas y espantos)



Se prodiga poco en tal Jean-Michel por los Internetes. Aquí lo teneis, un disco de su época y una foto algo actualizada

     Este “Antoine” consiguió bastante éxito en 1965 con un tema titulado “Los desvaríos de Antoine” y por su carácter, estilo y nombre de la canción se prestó fácilmente a la creación de muchos homenajes y parodias.  Por eso el disco que estuve a punto de comprar se titulaba “Los desvaríos de Edouard”, y el nombre artístico de la criatura era simplemente “Edouard”  Y también por eso aparecía, igual que Antoine, con una guitarra y una armónica al cuello a lo Bob Dylan (detalle este que mi memoria no había retenido, así como que el sujeto lucía el pelo muy largo, pero no barba)
El Antoine, que salao él con su guitarrinchi y su armónica

Pero si era un pipiolo, y ya le tenían envidia

Mírale que guapete con ese bigotillo, si es que es adorable
     Según me ha parecido entender en una página web francesa, el productor de “Antoine” interpuso una querella por plagio, pero antes de que la justicia echara a andar ya había sacado el tal Edouard otro disco-caricatura con canciones dedicadas a una tal Antonieta… muy fuerte lo de este tipo.
     Parece que este Jean-Michel Rivat era compositor de otro cantante famoso llamado Joe Dassin, y que este sello llamado “Idees Musicales” era cosa de este cantante. También me ha parecido entender que este Jean-Michel Rivat lo había intentado a su vez en el mundo de la canción, sin demasiado éxito.  A simple vista parece un caso de envidia cochina, pero yo he de decir que toda esta historia del tal “Edouard” me parece simplemente genial.
Una foto más o menos actual de Antoine, que bien me cae

El Edouard llegó hasta la Conchinchina con su broma ¡que fuerte!
      Además, una vez localizadas las canciones en el Youtube he de decir que… ¡molan mogollón! Tanto las canciones de Edouard como las de Antoine, suenan de maravilla y con una marchuqui que no veas. Ambas tienen mucha calidad a mi juicio, y yo creo que lo que se caricaturizó fue la imagen, pero no la música. Las canciones de Edouard son también buenísimas (bajo mi inculto punto de vista)  Ha sido un descubrimiento saber que hay una música francesa de los sesenta que está muy bien y que a la mayoría de nosotros nos es desconocida. ¿Tendrán algo que ver en esto nuestros queridos yanquis y su “Instituto Tavistoch”?
Aquí mi modesto homenaje a Antoine. ¡Tocando en el metro de Madrid!

He modificado a mi antojo esta portada de su famoso disco, podéis buscar la imagen original en el Google

Otra vez el Antoine a las puertas del metro buscándose la vida, ja, ja
     De este modo es como se ha cerrado el círculo de una historia que ha durado más de treinta años. No veas que ilusión me ha hecho. ¡Si hubiera comprado aquel disquillo hoy valdrá un montón!  Aún me quedan cosas por investigar, canciones que buscar y dibujos que hacer, pero la espinita ya está fuera.
Y aquí el loco de Edouard correteando por la huerta de Liendo, ja, ja, que muchacho!

Me he permitido la licencia de hacer unos cambios rockeros a su mítica portada

Este debe ser el segundo disco que sacó... ¡Genio y figura!
¡Gracias, vecinos artistas franceses!
Y gracias, por supuesto, a la persona que esté detrás de la maravillosa página:   http://vueltaatras.blogspot.com.es/
Todo este asunto de los pelos me ha recordado a Joey Ramone. Otro día le dedicaré su tiempo a él y a su grupo, de momento un dibujillo que tenía por ahí (soy un fan incondicional)

Y esto... ¿que diantres es?... ¿otra burla al pobre Antoine?... Que fuerte, la de gente que se apuntó a mamar de la teta del pobre muchacho. Pues habrá que seguir investigando, la cosa no puede quedar así

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LOS BERNIMANES

 Amigos, vuestras neveras están tristes. Sus pálidas puertas necesitan color, expresión, ideales y algo que os recuerde por lo que merece la...